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Nuestros alumnos de primero y segundo de secundaria visitan el salto de la novia en Navajas

Nuestro recorrido empezó a las afueras de Navajas, más concretamente en la urbanización Altomira, allí de inmediato encontraremos el antiguo trayecto ferroviario que unía la mina de hierro de Ojos Negros en Sierra Menera,  Teruel y el Puerto de Sagunto, y hoy reconvertida en la Vía Verde de Ojos Negros.

En el punto kilométrico 161 de dicha vía empezamos a andar en dirección Teruel, nos cruzaremos con paseantes y ciclistas, vimos antiguas construcciones que abastecían al tren minero y pasaremos por debajo del "puente donde se cayó la burra y no se mató" y por dos de los numerosos y característicos túneles que hay en esta vía.

Al llegar al Embalse del Regajo salimos de la vía verde, lo cruzamos por la presa para llegar a un área recreativa, donde paramos a almorzar.

Tras almorzar continuamos por un tramo de carretera entrando en una zona urbanizada para regresar a Navajas acompañados por el curso de las aguas del río Palancia y la típica vegetación fluvial.

 

En Navajas entramos en la zona más bonita y con más encanto de la ruta, una chopera ya teñida completamente de tonos otoñales donde encontramos tres fuentes, la de la Peña, la de la Virgen de la Luz y la del Hierro.

Y finalizamos llegando al paraje del Salto de la Novia, donde encontramos varios saltos de agua, pero el que más llama la atención es la Cascada del Brazal, popularmente conocida como el Salto de la Novia, 60 metros de espectacular caída de agua que junto a las caprichosas formas que la erosión ha formado en la pared, dota al paraje de una desmesurada belleza.

 

Pero además, El Salto de la Novia es un lugar mágico por la historia que da nombre a este bello paraje y que dice así:

“Hace de esto muchos años…cuando dos novios iban a contraer matrimonio tenían que someterse a una curiosa ceremonia para demostrar ante todos que se querían de verdad y asegurar su fertilidad. Cierto tiempo antes del matrimonio debían ir a ese lugar, donde más se estrecha el río y allí, ante todos, la novia debía de cruzar de un salto a la orilla opuesta. Si lo conseguía sin percance era símbolo de fertilidad y proliferación para el futuro matrimonio y demostraba con ello que quería fielmente a su novio, más si no lo lograba el salto, el matrimonio se consideraba irrealizable o desgraciado, de forma que convencidos de ello, los novios rompían su compromiso. Cierto día dos jóvenes novios bajaron radiantes de alegría a demostrar ante todos que se amaban. Como cada vez, la gente esperaba el salto con impaciencia; por fin la novia se dispuso a saltar, pero después de tomar impulso perdió pie y cayó al río con tan mala fortuna que se vio envuelta en un potente remolino que allí había y la llevaba a una muerte segura. Al ver lo sucedido, el novio se arrojó inmediatamente al río para intentar salvar a su amada, pero por más esfuerzos que hizo en su desesperado intento, el agua se los llevó a ambos y nunca mas se supo de ellos, aunque los lugareños siguieron bajando al Salto de la Novia a esperar su regreso.

Cuentan que en las noches de luna, por el valle se escuchan sus voces y lamentos. La cascada llora su pérdida y el río se convierte en el manto blanco y puro de la novia, que acoge tiernamente a su amado, convertido en piedra”.

 

Terminamos la excursión en la plaza del pueblo bajo la impresionante sombra de un olmo centenario, elegido como mejor árbol de España 2019 y que ahora lucha por ser el mejor árbol europeo.